Kevin Carter y la ciencia versus los moralistas

jueves, 13 de marzo de 2014


La ciencia... durante el proceso de investigación, análisis y recolección de datos no interfiere en la naturaleza, solo deja que fluya, el futuro será modificarla (inevitablemente), pero en el proceso inicial solo se necesita información.

Aquí el famoso caso de la foto que tomó Kevin Carter de un bebé con hambruna en Sudán frente a un buitre esperando su muerte, Kevin no hizo nada por salvarlo, solo se limitó a cumplir su misión, la cual no implicaba ninguna sensibilidad ni acción por su parte mas allá de recolectar datos.

Esta foto es una de mis favoritas, apareció durante mi adolescencia forjando la estructura de mi misantropía y mi amor por la ciencia, sus límites y su método, no he visto nada mas hermoso en mi vida que quede para siempre eternizada en una imagen. Es la indiferencia viva y el desprecio hacia la debilidad lo que mas me llamó la atención. En una sociedad hipócrita que se rinde patética, y profesa el culto a lo débil, la indiferencia es la salida perfecta como autodefensa y protección de la individualidad.

Aquella foto me recuerda la frase de Charles Darwin:

"Un científico no debe tener deseos ni afectos, solo un corazón de piedra".


¿Por qué Kevin Carter no ayudó al bebé a escapar del buitre?

No es fácil imponerse a las leyendas, y más cuando estas tienen el color negro de la muerte. El fotógrafo sudafricano Kevin Carter visitó en avioneta la aldea sudanesa de Ayod en 1993 para denunciar la hambruna y la guerra que sufría el país.

Antes de irse, vio a un bebé desnutrido tendido en la arena justo en el mismo plano que un buitre, dos símbolos poderosos que representaban la mejor metáfora de lo que sucedía en aquel lugar en aquel instante, una de las catástrofes humanitarias más importantes del siglo XX.

Carter dejó Ayod sabiendo que había conseguido una gran fotografía y así fue. El 26 de marzo de 1993, "The New York Times" la publicó días después con un efecto que él desconocía. La opinión pública se volvió contra él por no haber hecho nada para salvar a la criatura de las garras de ese buitre amenazante, llegando a acusarle de ser el auténtico carroñero de la foto. Un año después, en 1994, ganó el Pulitzer.

Carter, que observó la escena, la fotografió. Esperó para tomar una foto mejor: con el buitre abriendo sus alas, pero no lo consiguió. La opinión pública entendió la foto como una alegoría de lo que sucedía en Sudán: el niño era el problema del hambre y la pobreza en el mundo, el buitre era el capitalismo y Carter era la indiferencia del resto de la sociedad. La crítica se cernió contra él que intentó en vano justificarse.

El 27 de julio de 1994 Carter llegó al río de Braamfontein Spruit, cerca del campo y el centro de estudios, un área donde él jugaba de pequeño y tras sumergirse en el río, aspiró monóxido de carbono mediante una manguera pegada con cinta al tubo de escape de su camioneta. Finalmente, murió de intoxicación por monóxido de carbono a los 33 años. Se puede leer algo de su nota de suicidio:

"Estoy deprimido [...] sin teléfono [...] dinero para el alquiler [...] dinero para la manutención de los hijos [...] dinero para las deudas [...] ¡¡¡dinero!!! [...] Estoy atormentado por los recuerdos vívidos de los asesinatos y los cadáveres y la ira y el dolor [...] del morir del hambre o los niños heridos, de los locos del gatillo fácil, a menudo de la policía, de los asesinos verdugos [...] Me he ido a unirme con Ken, si soy yo el afortunado."

A Carter se le criticó por no ayudar al bebé y el mundo le dio por muerto a pesar de que el propio Carter no lo vio morir, sólo disparó la foto y se fue minutos después.

Se fue sin mas, su misión fue recolectar datos y la cumplió, el destino del niño... simplemente no le importó.

Kevin Carter perdió, los moralistas ganaron y sin embargo la ciencia... sigue siendo indiferente y libre.