Hermes

sábado, 1 de diciembre de 2007

En la mitología griega Hermes (en griego clásico Έρμῆς) es el dios olímpico de las fronteras y los viajeros que las cruzan, de los pastores y las vacadas, de los oradores y el ingenio, de los literatos y poetas, del atletismo, de los pesos y medidas, de los inventos y el comercio en general, de la astucia de los ladrones y los mentirosos

El himno homérico a Hermes le invoca como el «de multiforme ingenio (polytropos), de astutos pensamientos, ladrón, cuatrero de bueyes, jefe de los sueños, espía nocturno, guardián de las puertas, que muy pronto habría de hacer alarde de gloriosas hazañas ante los inmortales dioses

Como traductor, Hermes es un mensajero entre los dioses y los humanos, compartiendo esta función con Iris. Un intérprete que cruza las fronteras con extraños es un hermeneus (έρμενευς). De Hermes procede la palabra «hermenéutica» para el arte de interpretar los significados ocultos. En griego un hallazgo afortunado era un hermaion (έρμαιον).

Como inventor del fuego, Hermes es un paralelo con el titán Prometeo. Además de la siringa y la lira, Hermes inventó varios tipos de carreras y el deporte del boxeo, y por esto fue un patrón de los atletas. Según el prominente folclorista Meletinskii, Hermes es un tramposo deificado. Los mitógrafos modernos le han relacionado con los dioses tramposos de otras culturas.

Hermes también actuaba como un psicopompo o guía de los difuntos que les ayudaba a encontrar su camino hasta el Inframundo griego. En muchos mitos griegos, Hermes es representado como el único dios además de Hades y Perséfone que podía entrar y salir del Inframundo sin problemas.

En el completamente desarrollado panteón olímpico, Hermes es el hijo de Zeus y la pléyade Maya, una hija del Titán Atlas. Sus símbolos eran el gallo y la tortuga, y puede ser reconocido por su monedero o bolsa, sus sandalias aladas (talaria), su pétaso (sombrero de ala ancha) y su caduceo. Hermes era el dios de los ladrones porque era muy astuto y perspicaz, y fue él mismo un ladrón desde la noche en que nació, cuando se escapó de Maya y se fugó para robar el ganado de su hermano mayor Apolo.

Hermes fue leal a su padre Zeus. Cuando la ninfa Ío, una de sus amantes, fue atrapada por Hera y puesta bajo la vigilancia del gigante de cien ojos Argos Panoptes, Hermes la salvó durmiendo al gigante con historias y canciones y decapitándolo entonces con una espada con forma de medialuna.

En la adaptación romana de la religión griega, Hermes fue identificado con el dios romano Mercurio, quien, aunque heredado de los etruscos, desarrolló muchas características parecidas, como ser el patrón del comercio.


Etimología


Desde la demostración de Müller, se ha creído que el nombre «Hermes» procede de la palabra griega ἕρμα, ‘herma’, que alude a un pilar cuadrado o rectangular con la cabeza de Hermes (normalmente con barba) adornando su extremo superior y con genitales masculinos itífalos debajo. Sin embargo, debido al testimonio del dios en el panteón micénico, como Hermes Araoia (‘Hermes Carnero’) en las inscripciones en lineal B en Pilos y la Cnosos micénica, es más probable que la conexión ocurriese en el sentido contrario, desde el dios hasta las representaciones en los pilares. De la subsecuente asociación de estos hitos —que fueron usando en Atenas para evitar el mal y también como mojones en caminos y fronteras por toda Grecia — Hermes adquirió el patronazgo sobre los viajes por tierra.


Epítetos


Argifonte:

El epíteto de Hermes Argifonte (Αργειφοντης, ‘asesino de Argos’) recuerda el encargo que recibió de Zeus de matar al gigante de cien ojos Argos Panoptes, que estaba vigilando a la ninfa Ío en el santuario de la propia Hera. Hermes logró que todos los ojos de Argos cayesen dormidos con historias aburridas, y entonces lo mató. Los ojos de Argos fueron puestos en la cola del pavo real, símbolo de Hera.

Logios:

Su epíteto Logios es la representación del dios en el acto de declamar, como orador, o como dios de la elocuencia. De hecho, junto con Atenea, era la representación divina estándar de la elocuencia en la Grecia clásica. El himno homérico a él dedicado (probablemente del siglo VI adC) le describe dando un exitoso discurso desde la cuna para defenderse de la (verdadera) acusación de haber robado ganado. Algo después, el comentario de Proclo sobre La República de Platón describe a Hermes como dios de la persuasión. Aún más tarde, los neoplatónicos verían a Hermes Logios más místicamente como origen de una «cadena hermaica» de luz y radiación emanando del intelecto divino (nous). Este epíteto también produjo un tipo escultórico.

Otros

Otros epítetos de Hermes son:
Agoraios, ‘del ágora’
Acacesius, ‘de Acaco’
Charidotes, ‘dador de hechizos’
Crioforo, ‘portador del carnero’
Cilenio, ‘del Cilene’
Diactoros, ‘mensajero’
Dolios, ‘confabulador’
Enagonio (Εναγωνιος), ‘de los juegos (olímpicos)’
Enodios, ‘en la carretera’
Epimelius, ‘guardián de rebaños’
Erionios, ‘que trae suerte’
Poligio
Psicopompo, ‘guía del alma’


Adoración:


Aunque había templos dedicados a Hermes por toda Grecia, un centro principal de su culto estaba en Feneo (Arcadia), donde las fiestas en su honor se llamaban Hermoea.

Como franqueador de fronteras, Hermes Psicopompo (‘guía del alma’) se encargaba de llevar las almas recién muertas al Inframundo y el Hades. En el himno homérico a Deméter, Hermes guiaba a la Core, Perséfone, de vuelta con Deméter. También llevaba los sueños a los mortales vivos.

Entre los helenos, como sugiere la palabra relacionada «herma» (‘piedra fronteriza’), Hermes personificaba el espíritu del cruce: se pensaba que se manifestaba en cualquier tipo de intercambio, transferencia, transgresión, trascendencia, transición, tránsito o travesía, todas ellas actividades que involucran algún tipo de cruce en cierto sentido. Esto explica su relación con las transiciones en la propia suerte, con los intercambios de bienes, palabras e información implicados en el comercio, la interpretación, la oratoria y la escritura, con la forma en la que el viento puede transportar objetos de un lugar a otro y con la transición al otro mundo.

Muchas inscripciones dedicadas a Hermes han sido halladas en el ágora de Atenas, en relación con su epíteto Agoraios y su papel como patrón del comercio.

Originalmente, Hermes era representado como un dios fálico, viejo y barbudo, pero en el siglo VI adC este Hermes tradicional fue reimaginado como un joven atlético. Estatuas de este nuevo tipo de Hermes se erigieron en los estadios y gimnasios de toda Grecia.

En la temprana Grecia Antigua, Hermes fue un dios fálico de las fronteras. Su nombre, en la forma «herma», designaba a un montón de piedras usado para marcar los caminos y delimitar fronteras y propiedades. Cada viajero que pasaba por el camino añadía su piedra al montón, indicando así su presencia. Sobre el 520 Hiparco, hijo de Pisístrato, sustituyó los montones de piedra que señalaban el punto medio entre cada pueblo (deme) del Ática y el ágora de Atenas por pilares cuadrados o rectangulares de piedra o bronce coronados por un busto de Hermes, con barba y un falo erecto en la base. En las más primitivas hermas «cilenas», el pilar de piedra o madera era simplemente un falo tallado. En Atenas, las hermas se colocaban fuera de las casas para atraer la buena suerte. Como señaló Walter Burkert, «resulta asombroso que un monumento de esta clase pudiera ser transformado en un dios olímpico».

En 415 adC, la noche anterior a la partida de la flota ateniense hacia Siracusa durante la Guerra del Peloponeso, todas las hermas atenienses fueron vandalizadas, lo que se consideró un mal augurio. Los atenienses de la época creyeron que había sido obra de saboteadores, bien de Siracusa o de pacifistas de la propia Atenas. Se sospechaba que Alcibíades, pupilo de Sócrates, estaba implicado. Aunque éste lo negó y se mostró dispuesto a ser juzgado, Sócrates pagó indirectamente la impiedad con su vida.

Desde estos orígenes, las hermas se incorporaron al repertorio de la arquitectura clásica.


Iconografía


Hermes suele ser retratado llevando el sombrero de ala ancha que usaban los viajeros para protegerse del sol y la lluvia (pétaso) o un gorro alado, calzando sandalias con alas (talaria) y portando una vara de mensajero de Oriente Próximo, llamada caduceo, con dos serpientes entrelazadas copulando o coronado por un símbolo parecido al astrológico de Tauro. Vestía las ropas de un viajero, trabajador o pastor. Era representado junto a bolsas de monedas, gallos y tortugas. Cuando se le representaba como Hermes Logios, era el símbolo divino de la elocuencia, mostrado generalmente hablando con un brazo en alto en señal de énfasis.


Nacimiento


Hermes nació en el monte Cilene de Arcadia. Según se cuenta en el himno homérico a él dedicado, su madre Maya era una ninfa, pero los griegos generalmente aplicaban este nombre a una comadrona o a una anciana sabia y tierna, por lo que debía haber sido una ninfa antigua, una de las Pléyades, hijas de Atlas, refugiada en una cueva del monte arcadio.

Hermes fue muy precoz: a mediodía del mismo día de su nacimiento había inventado la lira usando el caparazón de una tortuga, y al anochecer había robado la vacada inmortal de Apolo. Para el primer sacrificio, había que transgredir los tabús que rodeaban al sagrado ganado de Apolo, y el tramposo dios de las fronteras era el indicado para ello.

Hermes condujo el ganado de vuelta a Grecia y lo escondió, borrando sus huellas. Cuando Apolo le acusó, Maya dijo que no podía ser porque estuvo con ella toda la noche. Sin embargo, Zeus intervino en la discusión y dijo que Hermes había robado el ganado y tenía que devolverlo. Mientras discutían, Hermes comenzó a tocar su lira. El instrumento encantó a Apolo, quien accedió a permitir que Hermes se quedase con el ganado a cambio de la lira.