Por esas cosas de la vida (rarísimas sincronicidades jungnianas), hace unos días me encontré con una ex de hace muchos años (últimamente me he encontrado a muchas exes de pura casualidad):
Ellla: ¿Te casaste?, ¿tienes hijos?.
Yo: No, para nada.
Ella: Me lo imaginaba y se exactamente porqué.
Yo ¿Ah si?, cuenta...
Ella: Es porque, a diferencia de muchos hombres, tu si tienes dignidad, mucho orgullo, y sufres de poca paciencia para las ambivalencias emotivas femeninas, las mujeres queremos alguien que esté siempre allí aguantándonos y soportándonos, queremos "alguien que sepa perdonar", porque en el fondo sabemos que siempre vamos a necesitar que nos perdonen y tu eres de los que no saben perdonar, eres muy resentido, de emociones fuertes y definitivas, de esos pocos hombres que abandonan aunque se queden solos porque tienes demasiado ego, por esa razón te quedarás siempre solo.
Yo: Vaya... puede que tengas razón.
Ella: La tengo, siempre la tuve... y lo se porque nunca me perdonaste.
Algo dentro de mi se retorció como un dolor intenso, cambié el tema... conversamos de otra cosa, hablamos de deportes, informática y que se yo, al final me di cuenta que no debía haberla vuelto a ver, no hubiese querido escuchar lo que me dijo.
Ella me hizo recordar en ese momento una de mis frases favoritas:
"Jamás pidas perdón y jamás perdones".