El caso Ma Bell y como el capitalismo depende del monopolio estatal

miércoles, 27 de noviembre de 2013

La retórica anarcocapitalista no solo es una aberrante contradicción, es además una gran mentira estatista. Detrás del discurso esperanzador que plantea destruir al estado está el mismísimo estado al mas puro estilo de 1984 donde se plantea que para evitar una revolución contraria al poder imperante hay que crear una nueva y falsa revolución que esté totalmente bajo control. El anarcocapitalismo es al igual que el comunismo, un ideal inalcanzable pero esperanzador en extremo. Es el engaño perfecto, será un activismo eterno contra un enemigo eterno, nunca lograrán el objetivo propuesto pero su deseo los mantendrá siempre movilizados como pequeños ratones en una rueda de ejercicios.

El discurso anarcocapitalista solo convence y enamora a ciertos ingenuos anti estatistas que desconocen la absoluta dependencia que el capitalismo tiene del estado, si este llegase a eliminarse solo quedaría la anarquía, con resultados imprevistos e impredecibles.

Pero algunos ancap reaccionan frente las críticas y por sobre todo ante las burlas. Entre ellos existen los llamados "guardianes de la doctrina" y son los llamados a crear racionalizaciones o parches para tapar huecos que evidencien feas contradicciones y groseras incoherencias. Son bastantes menos doctrinales y mucho mas mentirosos por que entienden las mentiras del anarcocapitalismo pero también su utilidad y conveniencia proselítica frente a la amenaza del socialismo, por eso están en capacidad de manejar las verdaderas significaciones del libertarismo y manipularlo a su antojo. Son quienes, sin ninguna otra salida, llegan a justificar los monopolios y los feudalismos como ejemplos de libertarismos nacidos de la naturaleza.

“No todo monopolio es malo y que no cualquier monopolio representa la peor opción para los consumidores, como cree la mayoría de sus críticos”, (Arturo Damm).

El capitalismo depende del estado para que regule los monopolios y como esto desbarataría el concepto de anarcocapitalismo, algunos hablan de que no todos los monopolios son malos, otros mas astutos ya se decepcionaron y cambiaron de nombre, ahora se hacen llamar "austrolibertarios".

Está claro que el estado es un monopolio y no permite mas monopolios, al final el capitalismo termina convirtiéndose en delator y esbirro del estado denunciando a quien lo quiera destronar, lo protege y le jura lealtad porque el capitalismo solo puede vivir a costa de un monopolio que mantenga viva la ilusión y fantasía de libre mercado.

La relación sadomasoquista entre capitalismo y monopolio es absoluta, si no existe un estado monopólico que lo imponga, necesitará entonces de una empresa monopólica que lo imponga, la única diferencia está en el discurso: con o sin un contrato voluntario.

Un ejemplo histórico y fácil de entender de como el capitalismo sobrevivió gracias al estado versus los monoplios, es el de "Ma Bell". Sin la oportuna intervención del estado, hoy no disfrutaríamos esta bonanza tecnológica en cuanto a comunicación se refiere. Se podría decir que este es un ejemplo preciso de como el estado salvó al capitalismo, aunque en realidad es un ejemplo de como el estado se salvó así mismo:


Ma Bell (Mother Bell)

El término de Ma Bell, más bien es lo que se le conoce al monopolio que tenía Bell System, una compañía que dio a nacer a American Telephone & Telegraph, conocido hoy día como AT&T y que prácticamente controlaba el mercado de la telefonía residencial y de larga distancia en toda la nación norteamericana.

Bell System fue fundado en 1877 bajo el nombre de American Bell Telephone Company en Connecticut. A lo largo de su desarrollo, la empresa fue expandiéndose, creando mini –empresas o franquicias, donde las pusieron bajo la sombra de su sub-compañía American Telephone & Telegraph y de allí introduciendo el llamado “Bell System”.

El éxito de la empresa llegó a tal extremo, que prácticamente para continuar su expansión, incluyendo el hacer posible la comercialización de llamadas de larga distancias, la empresa decidió dejarse comprar por AT&T, quienes estaban con sus centrales en Nueva York, mientras que Bell estaban en Chicago. La razón de esto es que en Chicago, en aquel momento, eran más rigurosos en cuanto a impuestos y regulaciones que en Nueva York, logrando para el 1899, que AT&T se convirtiera en la matriz de Bell. De ahí se crearían sus cuatro principales divisiones:

Larga Distancia
Bell Labs
Western Electric Company
Operadoras

Desde 1907, AT&T estaba operando bajo la filosofía “One Policy, One System, Universal Service”. “Una Póliza, Un Sistema, Servicio Universal”, con ella, todo compañía potencial estaba siendo comprada para evitar competencia y mantener la superioridad. Pero esto empezó a ser alarma para el gobierno de los Estados Unidos, pero AT&T de buena voluntad (y no perder el momento) llega a un acuerdo.

El acuerdo llamado el “Compromiso Kingsbury”, el cual empezaría con AT&T vendiendo sobre $30 millones de acciones de Western Union para permitir la conexión de otras compañías y evitar más adquisiciones de parte de AT&T. Entonces, para el 1934, esto permite que el gobierno permitiera un monopolio supervisado teniendo obviamente a AT&T en protagonismo y logrando el prácticamente el control de la industria de la telefonía.

Pero no todo sería bombos y platillos para AT&T al enfrentarse a la primera demanda antimonopolio presentado en 1949 en donde el Departamento de Justicia denunció que AT&T estaba estrangulando cualquier potencial competidor al mantener una ventaja injusta de innovaciones en tecnología. El resultado de esto es que AT&T bajaría hasta el 85% de dominio del mercado nacional, incluyendo contratos gubernamentales. Para este instante, ya AT&T tenia también presencia en Canadá y en el Caribe.

La segunda y definitiva denuncia se haría para el 1974 en donde nuevamente el gobierno acusa a AT&T a alterar el progreso de compañías que pudieran ser competidores, pero esta vez, AT&T tuvo un respiro de 10 años mientras el caso era atendido hasta que en 1984, el sistema Bell tenía que ser eliminado y sus compañías miembros se establecerían independientemente o adquiridas por otras compañías.

La historia de AT&T es el símbolo más insigne de la narrativa dominante durante los últimos 25 años sobre los costos de los monopolios y los beneficios de la competencia. Como resultado de un juicio federal en materia de competencia, en el año 1984, la gran Ma Bell fue obligada a desmembrarse. La decisión fue, en muchos sentidos, un salto al vacío. Nunca antes se había desincorporado una empresa tan grande y nunca antes se había impuesto la competencia en una industria tan compleja e importante. La apuesta resultó exitosa y marcó el inicio de la oleada global en contra de los monopolios y a favor de la libre competencia.

La competencia desatada por la desaparición de Ma Bell permitió el surgimiento de nuevas empresas de telecomunicaciones y coadyuvó al impresionante proceso de innovación tecnológica en esa industria, mismo que ha sido uno de los motores de la transformación económica mundial de las últimas tres décadas. Como resultado de ello se amplió enormemente la gama de servicios de telecomunicación y bajaron los precios de los servicios de telefonía para los consumidores.

Lo interesante de la historia de AT&T es cuanto difiere de la narrativa que, con frecuencia, subyace y acompaña a los argumentos en contra de los monopolios y a favor de la competencia. De acuerdo con el discurso dominante sobre este tema, la competencia es algo así como el estado natural de los mercados y los monopolios son la anomalía que suele resultar de la intervención del Estado en los mismos. Nada más lejano, hay que decir, de la evolución concreta de AT&T y la industria de telefonía en Estados Unidos durante el último cuarto de siglo. Lo que vemos aquí, más bien, es el Estado desmantelando a la empresa monopólica y a las fuerzas económicas reconstituyendo, al cabo de un tiempo y más o menos por su cuenta, una estructura de mercado dominada por unos cuantos actores, entre ellos el monopolio que hacía unos años el Estado había desbaratado.

El anarcocapitalismo es al igual que el comunismo, un ideal inalcanzable pero esperanzador en extremo. Es el engaño perfecto, será un activismo eterno contra un enemigo eterno, nunca lograrán el objetivo propuesto pero su deseo los mantendrá siempre movilizados como pequeños ratones en una rueda de ejercicios.


Links:

Bell System
Monopolio: ¿cuál es el problema?
Editorial: El fantasma de Ma Bell
Los monopolios y la compe- tencia: ¿el regreso de Ma Bell?